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domingo, abril 23, 2006

Casos 

Cuando era bebé y alguien preguntaba mi nombre, mi mamá respondía: "Aldana". A los diez años me llamaban "Aldy". Desde que cumplí veinte, varios seres cercanos se refieren a mí como "Al". Me quedan nueve años antes de desaparecer.

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domingo, abril 09, 2006

Página 

Viajaban en el subte rojo, cómodos. Habían decidido sentarse uno al lado del otro. Pareja singular, se miraban y sonreian. Al principio pensé que estaban jugando a no besarse, pero enseguida recordé que ese juego no lo prefieren las personas felices.
Amanecía y era hora adecuada para un diario. Ellos, claro, lo habían comprado. De repente, así como si nada, la muestra de amor más clara en todo el transporte público: ellos leen el diario de a dos. La simpleza de las relaciones resumida en papel: intentar terminar la lectura al mismo tiempo, desborde de paciencia en las secciones que no agradan, sostener las páginas centradas para comodidad de los cuatro ojos... paciencia, toneladas de paciencia apasionada que se mezclan con el perfume de dos pieles amantes.
Cierran el diario y continúan sonriendo, como si realmente su estado natural fuera el enamoramiento...

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Gris que (no sé si) te quiero, gris 

El día que acumule sólo momentos de felicidad, la falta de contraste va a hacer todo mucho menos disfrutable.
Entonces, como decía un amigo mojito, todo es cuestión de matices.

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domingo, abril 02, 2006

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Uff.. y cuánto cuesta asesinar la rutina a veces… Busco la ruptura, la pequeña fuga, el detalle que me haga saltar en puntas de pie, el recuerdo que permita conjugar los sentidos, el juego que consista en respirar siendo consciente sólo del aire que me recorre entera. Después de un tiempo decido cansarme de buscar y obligar a la rutina a desaparecer, necesito matar todo lo igual, cansador, cíclico, inerte, esperable… Y empiezo. Agarro – entonces – un cuchillo con mango verde. Cruzo la calle descalza, siento el asfalto que lastima mis pies. Doy tres pasos y mis ojos deciden cerrarse. Hay bocinas y gritos de fondo, pero ahora que voy a matar a la rutina poco me importan. El azar quiso dejarme llegar a la otra vereda. Entonces, aún cansada, plum, el cuchillito corta las tiritas esas por donde pasa líquido rojo que a veces se llama azul. La angustia va desapareciendo, la desesperación calma, justo ahí me doy cuenta de que yo soy rutina y – lejos del fin – todo vuelve a empezar.

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Just dead 

No quiero llamar tu atención, porque significaría deshacerme de a poco, pero creo que mi corazón está dejando de latir. Podrías hacerme el favor de ponerlo en Modo tum tum de nuevo con algún abrazo.

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